viernes, 8 de abril de 2011

FAUNA ASOMBROSA: El abejaruco.

Cada año por primavera el abejaruco europeo regresa a nuestras latitudes. No vuelven porque se haya marchado el frío, pues el abrigo de plumas que poseen les protege. El aumento de las horas de luz y las lluvias permiten el desarrollo de la vegetación y con ella las poblaciones de sus presas, los insectos de los que se alimentan, y que les van a permitir sacar adelante su descendencia para perpetuar su especie. Desde Abril a Septiembre los cielos de la España mediterránea se pueblan de bandadas de abejarucos. Su repetido, brusco, corto y sonoro reclamo nos permitirá detectar a estas llamativas aves colgadas del cielo. Un pico fino y curvado delata su dieta insectívora, mientras que sus puntiagudas alas confirman sus hábitos aéreos, y es que los abejarucos se alimentan de insectos voladores como abejas, avispas, libélulas y otros insectos que cazan surcando los cielos (y de ahí su nombre común). En taludes de ríos, terraplenes de caminos, o hasta en el mismo suelo excavan un túnel de uno o dos metros de longitud en cuya cámara final incuban 4 o 5 huevo. Para incubarlos la pareja hace turnos de unos 20 días, comparten las tareas de cuidado y ceba de los polluelos. Al finalizar el verano, retornan a África. De esta manera, eludiendo apicultores y cazadores que los persiguen, a quienes destruyen sus colonias de cría y al efecto de los plaguicidas, otra primavera más volverán a llenar nuestro cielo de color.

Fuente: Panda, WWF.

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