viernes, 25 de abril de 2014

A NADIE LE IMPORTA UN PERRO EN MARBELLA, NI A LA PROTECTORA NI AL AYUNTAMIENTO

A NADIE LE IMPORTA UN PERRO EN MARBELLA
Hoy mientras íbamos hacia el trabajo vimos que en mitad de la carretera, perdido y con una visible herida en la pata trasera, caminaba un perro. Cruzaba de lado a lado y aunque no era una calle muy transitada (la calle que va de la Guardería Municipal dirección Nagüeles) podía ser atropellado en cualquier momento. Intentamos cogerlo para al menos sacarlo de esa carretera, sin medios era imposible ya que no permitía que nos acercáramos. Inmediatamente llamé a la #TripleAMarbella, aunque por experiencias pasadas ya imaginaba que su respuesta iba a ser una solución a nada. Me dijeron que tenía que llamar al ayuntamiento... Solución a nada... Llamé al ayuntamiento y después de varias llamadas me dijeron que tenía que llamar a Sanidad. Pues llamé a Sanidad, y la respuesta que me dieron fue: "Voy a intentar ponerme en contacto con los compañeros a ver si alguien puede acercarse a ver si lo encuentran".... ¿Si? Pues espero que ese perro esté bien. Que a un ayuntamiento, que todo le suda las narices por no decir otro apéndice, me espero que no le importe que atropellen a un perro, pero ¿una protectora no puede acercarse con una de las furgonetas que tienen con sus preciosos logotipos a evitar que atropellen un perro?
Triple A Marbella-San Pedro, después de que me negárais como voluntaria acogí en mi casa voluntariamente a tres cachorros (a los que crié a biberón y busqué dueño quitándoos a vosotros el trabajo y la responsabilidad, pues dijísteis que tan pequeños con tanto perro enfermarían y morirían) y después de que me hayáis negado ayuda o respuesta útil hoy por cuarta vez, aquí pongo la historia: en mi muro, en el vuestro, en mi página "Por nuestros compañeros de planeta" y en mi blog. Y volveré a hacerlo cada vez que me neguéis ayuda porque ¿sabéis? Una protectora, como su propio nombre indica, es para PROTEGER, y un perro abandonado a su suerte mientras el ayuntamiento y la Triple A se tiran la pelota entre uno y otro no está siendo protegido. Yo no pongo excusas cuando se trata de un animal y por eso a nadie le pedí que pagara las latas de leche en polvo que necesitaban los cachorritos, que eran 3 y tomaron muchas, y de la mejor porque así quise que fuera. Yo no pongo excusas y no soy ninguna protectora.

martes, 4 de marzo de 2014

Te prometo...

Hola amigo! 
Te escribo para darte las gracias. Durante toda mi vida he sido una persona que siempre llevaba una sonrisa en la cara pero cualquier contratiempo, a menudo sin importancia, era suficiente para adentrarme en el pesimismo, en los pensamientos victimistas, en los por qués, en el repaso de todos mis contratiempos pasados como para recrearme en mi propia mala suerte. Te prometo, amigo, que eso jamás volverá a ser así. A partir de ahora aceptaré la vida con una sonrisa, con sus altos y sus bajos, sonreiré por cada pequeña cosa hermosa que pase ante mis ojos, ante cualquier recuerdo hermoso. Sonreiré porque ser feliz es una decisión. Eso no significa que no lucharé, ¡¡claro que no!! Significa que si no lo logro, aceptaré la derrota y entenderé que he ganado en experiencias, en conocimientos... Y sonreiré por lo aprendido.

Por eso te escribo, querido amigo, porque esta lección tan importante la aprendí de ti. Tu energía casi inagotable, tu lucha con la enfermedad con esas inconmesurables ganas de vivir, esa felicidad que no dejaste nunca escapar, tu valor al enfrentarte a ella así... como si nada, como si fuese algo tan simple como dar un sorbo de agua. Jamás pensaste en dejarte vencer, afrontaste cada día con toda la intensidad y no dejaste pasar una oportunidad de disfrutar la vida, y  en algunas ocasiones cuando todos pensaban que no podrías seguir adelante les demostraste que todo se puede cuando se quiere de verdad y que la enfermedad no decidiría por ti. Fuiste dueño de tu vida y también de tu muerte, un día decidiste que era el momento y dejaste que ocurriera, pero con esa grandeza de que no fue la muerte la que te venció, sino que tú decidiste dejarla llevarte porque ya habías vivido todo lo que querías vivir en este mundo. La dejaste que te llevara pero no le permitiste que ella decidiese cuándo, decidiste que no te marcharías sin despedirte primero, y esperaste a que me despertara para poder despedirnos. Querido amigo, tú con tu cuerpo pequeño y esa cabecita que tantos opinan que es de inteligencia inferior fuiste capaz de todo esto y yo no puedo ignorarlo, no tengo más remedio que admitir que tú has sabido VIVIR y has sabido MORIR, y yo quiero saber hacerlo como tú. Amigo mío, te prometo que esa enseñanza que ha sido tu vida la llevaré grabada a fuego, no sólo en mi piel sino también en mi mente, y cada día haré honor a ella, te prometo que te demostraré cuánto te he querido y te sigo queriendo haciendo lo más difícil: sonreír siempre, luchar siempre, no dejarme vencer nunca, como tú me has enseñado, y espero que cuando volvamos a vernos te sientas orgulloso de mi. 

Amado amigo, te doy las gracias por haberme enseñado a vivir. Nos vemos pronto. 
Te quiero siempre.
(A Gino)



Yesenia Pineda.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Cuento animalista: Anita y los tres perritos.


Era una noche fría, muy fría, con viento helado. Junto a un contenedor de basuras, en una cajita de cartón, tres cachorritos recién nacidos habían sido abandonados. Su mamá... ¿dónde estaba su mamá? Echaban de menos su calorcito, tenían mucho frío, y ya empezaban a tener hambre. La buscaban llorando y abriendo y cerrando su boquita. De repente una sombra enorme apareció encima de ellos... Era una niña llamada Anita, que había oido los llantos. Cuando los vio entendió rápidamente que los cachorritos necesitaban su ayuda.
Fotografía: Yesenia Pineda.

Con mucho cuidadito recogió la cajita y temblando de la emoción los llevó a casa. Sabía que tenían que tomar biberón, así que fue al veterinario Mario para que le diera un biberón y leche de cachorritos para alimentarlos. Sabía que necesitaban estar calentitos, así que llenó una botella de agua caliente, la envolvió en una toalla para que no se quemaran y los puso junto a ella. Con mucho amor y cuidadito Anita les iba dando el biberón cada dos horas, y los pequeñines lo agarraban con sus patitas. ¡¡Qué rico!! Y Anita se ponía muy contenta, se sentía como su mamá. Después de comer, los chiquitines se quedaban dormiditos, tapaditos y calentitos. Anita les puso nombre: Candy, Hope y Vantan.

Gracias a los cuidados de Anita, Candy, Hope y Vantan fueron creciendo. Aprendieron a andar, a correr, a jugar. ¡Qué grandes se estaban poniendo! Perseguían a Anita a todas partes, porque ella era la mamá que les había cuidado y alimentado. Su mamá Anita les quería mucho y ellos eran felices. Pronto los pequeños comenzaron a comer pienso y dejaron la leche... Anita los enseñó a comer su comida en sus platitos. Los ponía a comer en el pequeño patio, bajo un rayito de luz. Vantan, Candy y Hope comían, muy contentos, y luego comenzaban a jugar, a correr por el patio. Estaban descubriendo el mundo, todo era nuevo y muy interesante. Querían oler todo, morder todo... Aún estaban aprendiendo a correr y a veces querían hacerlo tan rápido que se resbalaban y se caían, pero se levantaban rápidamente y seguían corriendo y jugando. Anita jugaba con ellos y se reía. ¡¡Eran tan simpáticos!!

Pasados unos meses, llegó el momento de que los cachorros fueran a sus nuevos hogares. Los dueños elegidos eran todos amigos de Anita, porque ella quería seguir viendo a sus bebés. Cuando Anita se tuvo que despedir de sus cachorritos se puso muy triste, los iba a echar mucho de menos, pero sabía que tenían que irse, y en sus nuevos hogares iban a estar muy bien atendidos y los iban a querer mucho, así que les dio un besito y se marchó, muy triste. El tiempo pasó y los cachorritos se hicieron mayores. Todos estaban sanotes y contentos en sus nuevas casas, habían hecho nuevos amigos y daban largos y divertidos paseos con sus dueños.

Un día, Anita estaba sentada en el banco de un parque. Estaba esperando, nerviosa, a que llegaran sus amigos con los cachorros. De repente se escucharon ladridos a lo lejos y Anita los vió. ¡¡Estaban enormes!! Candy, Vantan y Hope corrieron hacia ella, moviendo el rabo. Anita se sentó en el suelo y los abrazó, los acarició... Los cachorritos corrían y saltaban felices a su alrededor sin parar de ladrar. Si Anita hubiera entendido el lenguaje de los perros habría sabido que lo que los cachorros decían era: ¡¡Mamá, mamá, mamá...!! Porque ellos no la iban a olvidar jamás.

Al rato todos se relajaron. Candy, Hope y Vantan se tumbaron junto a Anita con las cabecitas apoyadas en sus piernas. De vez en cuando abrían los ojos, la miraban y sonreían. Como no podían hablar, la miraban para decirle: ¡¡Mami, gracias por salvarnos aquella noche fría, ayudarnos a vivir y hacernos tan felices!! Y Anita supo entonces que había hecho algo importante, y supo que quería repetirlo: QUERÍA AYUDAR A TODOS LOS ANIMALITOS QUE LO NECESITARAN PARA QUE TODOS LA MIRARAN DE AQUELLA MANERA TAN ESPECIAL.

lunes, 12 de marzo de 2012

Tu perro, para siempre.

Soy tu perro para siempre, no tu perro "hasta que..."

No soy tu perro hasta que encuentres una novia.
No soy tu perro hasta que tengas un bebé.
No soy tu perro hasta que tengas que mudarte.
No soy tu perro mientras tengas tiempo.
No soy tu perro hasta que me haga viejo.

SOY TU PERRO PARA SIEMPRE.

Si no puedes darme un "para siempre", entonces no soy tu perro.

ASÍ DE SIMPLE.


lunes, 6 de febrero de 2012

PERROS EN LA TERCERA EDAD (COMPARTIR)

Envejecer es propio de la naturaleza no sólo humana, sino también animal. Por ello, es importante tener este aspecto en cuenta, particularmente si en nuestra casa hay una mascota. En el caso del perro, el médico veterinario Sergio Aguayo advierte que, mientras más grande es, más rápido envejece. Por el contrario, mientras más pequeño es, más longevo será. Así, los perros de razas grandes pueden vivir entre 12 a 15 años en general. En cambio, lo más pequeños pueden llegar a vivir hasta 25 años.

SÍNTOMAS

Según el doctor Aguayo, un perro que pasó los ocho años de edad, es un perro que empezó a envejecer.

"Es bueno saber que con la llegada de esta etapa, comienzan a aparecer pelos blancos en la cara, en el bigote y se muestran menos ágiles, pues surgen problemas articulares degenerativos", explica el especialista.

Junto con ello, enfatiza que es fundamental que el animal no esté gordo, pues de lo contrario, ejercerá más presión sobre las articulaciones.

Dicho de otro modo, la obesidad es un factor que reduce la expectativa de vida en los perros, la cual en esta etapa se ve incrementada por un cúmulo de grasa que se debe a una disminución en la capacidad digestiva del perro. La falta o disminución del ejercicio que realiza también contribuye a que se presente obesidad.

La pérdida del apetito y, por lo tanto de peso, ya sea por problemas dentales o bien alguna enfermedad, es también un factor que interviene en el envejecimiento debido al menor aporte de nutrientes, puesto que las células pierden la capacidad de regenerarse y cumplir con sus funciones normales.

"La preocupación por la dentadura del perro debe ser permanente, y más especialmente durante la vejez, pues estos problemas tienden a agravarse con la edad", comenta el médico veterinario.

A igual que las personas mayores, los perros más viejos también sufren fallas en sus sentido. Aparece así la sordera y la disminución o pérdida de la visión. También hay una disminución en el sentido del gusto, lo cual lleva a un desinterés por el alimento y por lo tanto a una baja de peso. La capacidad de regular su temperatura también disminuye y una exposición prolongada al frío puede causar una hipotermia, es decir, una baja en su temperatura corporal. En síntesis, los perros viejos requieren tanto cuidado y cariño como nuestros propios abuelos: en muchos casos, nuestros mejores amigos.

Fuente: Diario El Mercurio de Valparaíso (Sábado 5 de Abril de 2008)

lunes, 19 de diciembre de 2011

NECESIDADES BÁSICAS DE LOS PERROS

- COMIDA
Necesitará un comedero y un recipiente de agua sólo para él hechos de cerámica, plástico o acero inoxidable (estos materiales son más higiénicos). Para razas de orejas largas como el cocker spaniel les convienen recipientes más hondos y estrechos para no manchárselas. A las razas gigantes les convienen recipientes especiales más elevados que evitan problemas gástricos y aerofagia.

En cuanto a la comida, existen tres tipos de presentaciones del pienso: el húmedo (normalmente enlatado), el semihúmedo (en bolsas de plástico herméticas) y el seco (bolsas forradas de plástico). Para la salud dental del perro, el más recomendable es el pienso seco, pues evita que los restos del alimento se queden entre los dientes. También hay que leer las instrucciones del alimento, pues hay dos tipos: el completo y el complementario. El alimento en lata suele ser complementario (y por lo tanto no puede ser la única fuente de alimento) y el seco, completo.

- LECHO ACOGEDOR
Los perros tienen necesidad de un lugar propio, privado, que les sirva como refugio y les haga sentir seguros. Les gustan los transportines, pues les dan más sensación de privacidad y seguridad. El mismo efecto les causan las camas blandas en forma de casa o cueva.

- COLLAR Y CORREA
Cómodos, ligeros, de piel o naylon. Los collares de castigo están obsoletos como herramienta educativa y son dañinos. Si un perro acostumbra a tirar, es más útil un collar con ronzal y los arneses estimulan este impulso.  Las correas extensibles son muy cómodas por la libertad que aporta al perro, pero hay que tener en cuenta que a medida que aumenta la libertad se pierde el control sobre él.

Para viajar en automóvil es obligatorio llevarlos con los cinturones de seguridad especiales a la venta en tiendas de mascotas y veterinarios. También se puede usar el transportín.

- JUGUETES
Todos los perros necesitan jugar, sin importar edad, talla o complexión. El juego es un estímulo mental que ayuda a establecer vínculos con el amo. Los juguetes mantienen al perro ocupado, siendo los mejores los interactivos, es decir, los que no necesitan la presencia del amo para accionarlo (un ejemplo es el kong).

Hay que tener cuidado con las pelotas pequeñas, pues existe peligro de atragantamiento. Los huesos hechos de piel que se vuelven más blandos con la saliva del perro también son peligrosos, así como las ramitas que se le suelen tirar para que las recojan (existe peligro de clavarse trozos de madera en paladar y garganta). Los más seguros son los juguetes hechos de cuerda, anillas o pelotas con cordel incorporado.

- ASEO
Necesitará peine o cepillo y otros útiles que dependerán de las características del pelaje. Normalmente basta con cortauñas, cepillo, peine, champú para mascotas, cepillo de dientes suave y dentífrico para perros.

Cuidado al cortar las uñas. Los perros pueden sangrar si se le cortan las uñas demasiado cortas. No es peligroso, pero para evitarlo lo mejor es que el veterinario nos enseñe a hacerlo.

La higiene dental prevendrá el sarro y la caries.

viernes, 16 de diciembre de 2011

PERROS QUE MUERDEN A SUS AMOS


Cuando el perro muerde al amo (I)


Los diarios, en los últimos tiempos, han publicado notas acerca de una conducta que produce confusión y no pocos interrogantes: la agresión de perros a sus propios dueños o a sus hijos, aparentemente sin motivo. Noticias reiteradas, incluso sobre la muerte de personas, consiguieron que razas como el ovejero alemán o el dogo argentino sean hoy consideradas "peligrosas" o "poco confiables". Un especialista en la materia se refiere aquí a las causas de tales agresiones y cómo evitarlas.

El hecho de que a cada instante despeguen y aterricen aviones no minimiza la tragedia cuando uno de ellos se precipita a tierra causando muertos y heridos. Análogamente, que convivamos con perros no quita el estupor provocado por la agresión de alguno de éstos a un humano; ataque que, en algunas ocasiones, culmina con la muerte de personas y, más incomprensible, el homicidio del propio dueño del perro o el de sus seres queridos o allegados.

En la última década y solamente en nuestro país, la prensa informó de 51 heridos graves y 36 fallecimientos a consecuencia de ataques caninos; en su mayoría, las víctimas eran personas vinculadas con el perro agresor y hasta hubo casos -sin justificación- de antropofagia: horrible y literalmente, el perro de la casa comió al dueño o a sus hijitos (Ref. archivo del ethólogo E.C. Lerena de la Serna).

Los guarismos pueden ser mayores, pues sólo se trata de casos con intervención policial y dados a conocer mediante el periodismo. Tampoco sabemos de los ataques -numerosos, de seguro- que no culminaron en ese desenlace. En contra del mito de que "el perro no ataca a su amo", comprobaremos que, en gran número, los agredidos son personas vinculadas y aún que conviven con el perro atacante.


Ahora bien, aislando los hechos producidos por alteraciones patológicas de conducta (demencia circunstancial o declarada, cualquiera fuese la razón), y entiendo como tal "aquellas que no tienen un fin adaptativo" -al decir del ethólogo V.L. Voith-, la mayoría de los incidentes ocurridos son fundamentalmente originados en el desconocimiento del hombre acerca de esta magnífica especie, la del perro, que cuenta con más de 10 mil años de historia junto a los humanos. Una historia de mutuo afecto y sociedad, aquí cuestionada por casos puntuales y cuyo análisis nos remite a la índole canina y la vida en relación con el humano.

El perro en nuestro mundo


Cabe recordar que el perro es un "mamífero social obligatorio", y tal su naturaleza expresiva; es decir, que sólo puede vivir y desarrollarse en un grupo organizado. Éste, en estado salvaje, conforma jaurías. Para entender la conducta del perro-compañero será indispensable conocer la organización de dichas jaurías; a saber:

Todos los actos que realiza un perro, para asegurar su alimentación, protección y reproducción, son controlados por reglas jerárquicas (que mantiene la relación interjauría entre dominantes y dominados). El dominante estabiliza al grupo inhibiendo, con su modelo de liderazgo, la agresividad -actitud imperial del ser para con el entorno, ley básica de supervivencia- de los congéneres subordinados por "una misma voluntad de destino" o "negocio tribal" (P. Leyhausen, 1967). Precisamente, este tipo de organización fue uno de los factores que permitió la relación entre perros y hombres; éste, como líder natural y deseado.

Actualmente, la vida del perro en jauría es completamente marginal, rara e irrelevante, y la especie vive interrelacionada o próxima al hombre, muy a menudo en su intimidad doméstica, integrando la familia-jauría de éste y, más de una vez, dentro de espacios reducidos.

Amenazas, e inclusive combates, pueden surgir entre individuos de una misma jauría por rivalidad jerárquica. La actitud, instintiva, persiste al integrar una jauría humana, aunque por lo general sin manifestaciones de neta violencia al desempeñar el hombre -aunque no lo sepa- el papel de líder de manada (si en la casa faltare dicha autoridad, el perro pretenderá naturalmente ese rango y con obvias consecuencias).

Los diferentes comportamientos de agresión -tipificados- son: por dominancia (intento de conducción y ejercicio de poder), por irritación física (física y aún química), por dolor, por miedo, por la propiedad territorial o de los alimentos, por defensa maternal, por pretensiones sexuales (época de celo y acoplamiento), por mera influencia climática (altas temperaturas, presión ambiente, etc), por hacinamiento y, a veces, por neurosis senil. Hay otros factores conductales, pero raramente se traducen en agresión al hombre.

Detalles ethológicos de la agresión


Los comportamientos descriptos obligan a un análisis por separado. He aquí el resumen explicativo:

  • Agresión de dominancia. Se desencadena al cuestionar un subordinado el rango jerárquico del dominante, o cuando hay una competición entre dos individuos de rango similar en pos de jerarquía superior. Los conflictos de status se desarrollan siempre en tres fases: la amenaza, que suele bastar para que el dominante se imponga; el ataque, mediante el cual el dominante busca obtener una postura de sumisión del otro; y el apaciguamiento, donde el vencedor coloca sus miembros anteriores sobre el cuello del dominado.
  • Agresiones espaciales, alimenticias y afectivas. En la familia-jauría las demostraciones de agresividad están relacionadas con el acceso a recursos, como el alimento, agua, refugio (cubil, ciertos rincones, etcétera), cercanía a una persona favorita, tránsito por un lugar determinado o estada en sitios compartidos, caricias, sujeción, limpieza o presiones táctiles e, inclusive, el simple acercamiento a su lugar de descanso o el despertarle súbitamente y con una acción que se interprete como agresiva (pisándolo o pateándolo sin querer, por ejemplo).
Los perros dominantes responden frecuentemente con agresión al ser mirados fijamente. Y presentan signos de dominancia para con el dueño, tales como ubicarse frente a él, mirarlo intensamente, presionar su mentón sobre el hombro o cabeza del amo, abrir y cerrar alternativamente las fosas nasales, gruñir -"al ordenársele que abandone un sillón, por ejemplo"- y, claro, enseñar los dientes o morder.

Cuando un perro a mordido varias veces a su amo y obtenido así la sumisión de éste (real o supuesta), aprende que es el mordisco el instrumento para resolver situaciones; entonces, progresivamente, pueden desaparecer las fases de amenaza y apaciguamiento, y el perro se convierte en "mordedor sistemático" (cuadro descripto por Patrick Pageat, 1992).

Este tipo de conducta no comienza de un día para otro; se inicia al ingresar un cachorro a la vida de una familia donde no se establece un estatuto social o familiar claramente definido, donde el joven perro no observe autoridad y deba aprender a controlar sus deseos en función de las reglas vigentes de la familia-jauría.

Pero existen soluciones y claves para evitar la agresión. Tema que desarrollará en un artículo venidero



Cuando el perro muerde al amo (II)


Ante la agresión de perros a sus propios dueños, una noticia que se ha venido reiterando en la prensa y que, por involucrar al ovejero alemán y al dogo argentino -dos razas consideradas confiables-, nos preocupa y exige la pertinente averiguación, Punto Crítico agregó, entre sus columnistas, a un avezado instructor canino, quien -en una nota publicada en este medio- explicó las causales. El presente artículo completa el anterior y aporta soluciones a fin de no crear un perro mordedor, peligroso para la familia -y a la vez, un buen guardián-, en suma, un amigo fiel

Como vimos en la nota pasada, de un día al otro ningún perro se transforma en animal agresor, lindante en la ferocidad y hasta asesino de su dueños.

Las explicaciones, lógicamente, no desmienten los 51 heridos graves y los 36 muertos por mordeduras de perros ¡en sólo una década y en Argentina! Al margen de que estas cifras son nada más que las conocidas a través del periodismo y cuando las autoridades policiales o las guardias de hospital las divulgaron, pues centenares de casos nunca salieron del ámbito de la familia o del barrio -desapareciendo como una anécdota- y no existen estadísticas oficiales. Un ethólogo argentino, E. C. Lerena de la Serna, si bien posee el mejor archivo de noticias al respecto, admite la imposibilidad de sacar conclusiones referentes a razas más agresoras o donde quepa suponer patología de raza.

"El problema es muy complejo -dice-, pues las noticias tratan del desenlace y no de las causas, de los verdaderos orígenes de la agresión y de cómo el desarrollo de ésta tuvo un agente productivo olvidado al relatar las consecuencias". Agrega: "Conozco bien el caso de dueños que suponían tener un perro cobarde, porque el cachorrito no ladraba y quería jugar con cualquiera, y entonces, desde chico, se lo alentó a la agresión sin fundamento, festejando cuando mordía incluso a los de la casa; esa gente estaba fabricando una máquina agresora, un animal violento e indominable. Hay pocos perros locos, pero hay muchos dueños locos y, como dicen las viejas, la locura se contagia".

Hay razas -por sus condiciones particulares- que suelen tener "mala prensa" en cuanto a la frecuencia de actos de agresión, tal el caso repetido del ovejero alemán y del dogo argentino; pero, en realidad casi siempre es un problema de mal manejo por parte del humano y por lo tanto, no debemos caer en la tentación de incurrir en actitudes de condena, pues hoy son éstas, en el futuro será probablemente el rottweiler (1) -dado la veloz difusión de la misma- y al culpar a estas magníficas razas y no enfocar el tema hacia las causas persistirán los titulares catástrofe.

Reiteraré, pues, un axioma expreso en el artículo anterior: la conducta del perro comienza con el ingreso del cachorrito a la vida de una familia; si en ésta no se establece un estatuto social y de relación claramente definido, donde el perrito tenga que aprender a controlar sus deseos en función de las reglas vigentes en la familia-jauría. (El interés de la manada, aún tratándose de la jauría humana, impera sobre los deseos individuales; también ocurre así en estado salvaje), entonces tarde o temprano se manifestarán los efectos de una conducta sin guía ni ley.

Los mamíferos sociales -y ello explica la relación del perro con el hombre- se agrupan bajo principios jerárquicos inexorables. Si en la casa no hay un líder humano -cualquiera fuese el sexo-, entonces el perro se convertirá en el conductor de la familia-jauría y la muerte de uno de sus "dominadores" puede ser la consecuencia de tal mandato instintivo.

Pero, para asegurar una posición dominante frente al perro, el humano -dueño y familia- no necesita enfrentarse forzosamente en combate con el canino rebelde. Sólo basta conocer ciertas actitudes e, imponiéndose a tiempo, cuando el animal es joven, hacerle respetar las reglas de la familia-jauría; a saber:

  • Comida: Establecer una estructura jerárquica ligada a los alimentos. Por adorable que parezca un cachorro, se ha de imponer la espera y, hasta que los humanos no terminen de comer, aunque pida o gima, el perro aguardará su turno. Nunca compartiremos alimento con él -es decir, esperará que finalicemos y, como en la jauría salvaje, en la familia-jauría se le recordará así su rango-; la actitud humana en la ocasión, a lo sumo un "no" dicho con firmeza, indica al cachorro quién manda (quién mandará en el futuro y, consiguientemente, quién muerde a quién). Será preciso explicarles a los niños de la casa las razones por las cuales es importante proceder en esta forma, y no ser "flojos" ante el cachorrito que reclama (y de adulto ordenaría, o enfrentaría en combate al poseedor del alimento).
  • Mordiscos: Habrá que enseñar al cachorro a controlar sus mandíbulas; cuando mordisquee a uno de la casa (de la familia-jauría), se lo agarrará por la piel del cuello, levantándolo ligeramente del piso, y advirtiéndole con firmeza: "¡No!"; de inmediato, lo soltaremos y evitaremos jugar con él por un buen rato, para que condicione y memorice su conducta equivocada.
  • Territorio: El cachorrito dormirá en un lugar asignado por el dueño (por el líder de la familia-jauría). El sitio nunca será un espacio de paso obligado de las personas (pasillos, escaleras, accesos a la casa) y, de ser posible, tampoco dormitorios. Cuando el cachorro cometa una falta se lo enviará allí -a la "cucha"-, sin agresividad pero sin admitir la negativa del perro. No lo sacaremos de ahí para castigarlo y menos para acariciarle; el perro que se refugia en su cubil luego de cometer una falta, realiza un acto de sumisión y, en las leyes caninas, no debe soportar además ser golpeado, un castigo extra que, por instinto de la especie, por honor de la manada, obliga a responder y a rebelarse.
  • Separación: Para acostumbrar al cachorro a soportar períodos de soledad, tome la costumbre de "ignorarlo" 20 a 30 minutos antes de irse de la casa. Márchese con naturalidad, sin ocultarse (como procedería un líder canino que sale a cazar y abandona la jauría) y, a su regreso, ignórelo también, por mucho que ladre o salte para recibirlo. Acarícielo recién cuando se haya calmado. Si rompió algo en su ausencia, no lo riña ni amoneste (de nada serviría), y evite limpiar los destrozos en su presencia.
  • Ante conflictos: Comuníquese dominando, con tono firme y voz clara, sin gritos, utilizando palabras breves (cuanto más hable, más reflexionará: debilitándose la convicción del dominio). Su cuerpo -como el de un líder canino- deberá ir hacia adelante, en dirección al perro, con los hombros bien separados y el torso saliente. Mirará al perro con los ojos fijos en su lomo; jamás a los ojos del animal, pues esto equivale a una invitación al combate y, de suceder, el perro sólo responderá a los signos ancestrales como corresponde a su especie.

...Estas son algunas referencias de índole y jauría, para comprender al perro y sin pretensión de ser un manual de funcionamiento simplificado con que la armonía en el hogar resulta infalible. Ni qué decir, se prohíbe infantilizar al perro doméstico y considerarle sustituto de hijos o personas: su compañía será canina o no será. Respetaremos su derecho al bienestar, conociendo la biología perruna, su salud e higiene, la alimentación correcta y su psiché (sin inventar una psiquis o corregirla antropocéntricamente). De tal modo lograremos que la relación hombre perro se convierta en una fuente de placer, incluso de felicidad recíproca. Y, de seguro, las noticias sobre perros mordedores y asesinos decrecerán en la prensa.

(1) Cabe acotar que el autor en el presente artículo -escrito en el año 1994- realiza una conjetura respecto al futuro de la raza rottweiler, confirmada ,lamentablemente, en los titulares de los medios periodísticos en la actualidad.

Este artículo se publicó en el semanario Punto Crítico Nº 5, 3/94 y Nº 7, 3/94, en la revista Cans & Cat's, 1995 y en diversos periódicos en años subsiguientes.

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